Tras un exterior que quizá no prometa gran cosa se esconde un auténtico oasis. Sus grandes cactus, su estanque con peces y su agradable atmósfera lo convierten en un lugar muy tranquilo e ideal para una cena romántica, pese a lo cual también puede ser muy adecuado para una comida en grupo o en familia. Unos y otros disfrutarán con platos como los raviolis caseros de cangrejo azul sobre crema de calabaza o un sencillo pescado a la parrilla con verduras al dente. La crème brûlée sorprende por llevar un ingrediente inesperado –la aceituna de Kalamata– es un digno final.