A la sombra del templo de Santo Domingo de Guzmán, el restaurante en dos plantas del chef Alejandro Ruiz bulle con la energía de un local recién inaugurado. Sin embargo, sus fogones llevan más de dos décadas encendidos y dando que hablar más allá de las fronteras. Los comensales, vestidos para la ocasión, pueden optar por la amplia terraza de la azotea, donde atentos camareros se apresuran a preparar salsa en la misma mesa. La cocina combina ingredientes locales y sabores oaxaqueños con toques internacionales, poniendo especial atención en la presentación de los platos. Los postres, como el plátano colorado con crema de banana y caramelo de mezcal, son deliciosamente refinados. A continuación, a medida que el sol se pone y las campanas de la iglesia anuncian la llegada de la noche, la fiesta continúa al son de las cocteleras.